Durante muchos años, los medios de comunicación nos han permitido conocer lo que sucede más allá del área -tan limitada- que perciben nuestros sentidos. Todo aquello que ocurre en lejanos países, en distintas ciudades e incluso unas calles más allá, queda fuera de nuestro alcance. Se hace pues necesario que alguien nos cuente qué se cuece allende nuestro entorno.
El problema estriba en que quien tiene poder suele controlar la información, y los medios de comunicación son un poderoso escaparate para divulgar ciertas corrientes de opinión interesadas. No nos engañemos, no existen medios independientes. Todos tienen que rendir cuentas a alguien, ya sea un partido político, una institución religiosa, un multimillonario excéntrico, un club de fútbol...
Algunos intentan disimular su tendencia, otros no sólo no la esconden sino que muestran una radicalidad que a menudo raya lo esperpéntico, por no decir lo vomitivo. Al fin y al cabo, son perros que ladran al ritmo que marcan sus amos. Ejemplos hay muchos y no voy a dar nombres, todos sabéis a qué periódicos, emisoras de radio o canales de televisión me estoy refiriendo.
Lo que nunca podré entender es cómo puede haber gente que crea una sola palabra de lo que se vomita desde esos medios. Creo en la inteligencia de las personas, al menos en algunos casos, y me parece muy triste que se dejen manipular por opiniones claramente segadas.
Allá cada cual, pero no quiero desviarme del tema. Si me he referido al papel que han jugado durante años los medios de comunicación, es porque hoy disponemos de una herramienta que no existía antes y que permite que la información circule sin cortapisas: Internet.
Es evidente que la red también está expuesta -y mucho- a la manipulación. De hecho, sólo tenéis que elegir un tema y buscando información sobre ello encontraréis diversos puntos de vista y enfoques antagónicos sobre una misma cuestión. La diferencia con los medios de comunicación tradicionales es que cualquiera puede exponer libremente su opinión y con un solo click podemos leer los distintos puntos de vista y formarnos nuestra propia "versión de los hechos", personal e intransferible. Conociendo sus "peligros", las posibilidades de la red son casi infinitas.
La libertad y diversidad de opiniones y argumentos que pueden encontrarse en internet tiene un añadido para mi fundamental: La participación. El internauta puede aportar su punto de vista sobre cualquier tema y compartirlo con los demás. Deja de ser sujeto pasivo que se limita a recibir información y su participación activa a través de foros, blogs y otras webs enriquece el debate y permite romper las cadenas del sectarismo informativo de los denominados "mass media" o medios de comunicación de masas.
Tal vez por este motivo, me consta que hay determinados grupos de poder que no ven con buenos ojos la libertad de opinión que nos brinda la red. No me extrañaría en absoluto que, al amparo de la protección de la propiedad intelectual y demás, todas las leyes tipo Sinde que se están articulando tuvieran como razón de ser última coartar o limitar ese torrente de opinión que cualquier usuario puede compartir con el resto gracias a internet. Hay gentuza capaz de eso y de mucho más...
El tiempo de las opiniones sectarias imposibles de rebatir terminó. Hoy en día la información fluye de aquí para allá con libertad pese a los intentos de algunos por seguir aleccionando y adoctrinando a sus lectores, radioyentes o telespectadores. Desde aquí no dudaré en denunciar cualquier intento de manipulación, aunque me centraré en los más sangrantes porque de lo contrario no daría abasto. Ejemplos tenemos a diario -los últimos, sin ir más lejos, en Telemadrid o en el diario La Razón- y creo que el tiempo de la permisividad ya pasó, es hora de dejar a más de uno con el culo al aire. Se lo han ganado a pulso.
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