Y nunca mejor dicho, ahora sabréis por qué.
El Mundial de Rugby que se está disputando en Nueva Zelanda sigue su curso. Ayer por la mañana quedé con un amigo para ver el partido Australia-Irlanda. Al disputarse en la otra punta del Mundo, los partidos son por la mañana y el de ayer fue a las 10:30 horas.
Quedé con mi amigo en el Pub Flaherty´s de la calle Alemanes, justo al lado de la Catedral sevillana. Pese a ser una hora impropia para un pub, había bastante gente para ver el partido. Mención aparte, además del partido, merece el desayuno que nos metimos entre pecho y espalda mi amigo y yo. Había que meterse en el papel, y como buenos pro-irlandeses pedimos un Irish breakfast: Tostadas, huevos fritos, bacon, tomate, beans, salchichas y una especie de torta de patata rebozada, todo ello acompañado como no podía ser de otra forma de una buena pinta de cerveza. Sí, no eran ni las once de la mañana pero ¡qué bueno estaba todo!
El partido fue espectacular. Pocas veces había visto jugar a Irlanda de esa forma. Estamos de acuerdo en que siempre ha sido una gran selección, pero jamás había ganado a Australia en un Mundial. Y ayer se llevó la victoria con todo merecimiento. Gran defensa y contundencia en todas las líneas, cerrando el paso a los wallabies, que sufrieron en la fase estática y en ningún momento se hicieron con el control del juego. 6-6 al descanso, 6-15 al final del partido para los irlandeses.
El XV del Trébol tiene muy buena pinta. Ha sufrido una renovación importante por la edad de grandes jugadores que ya han cumplido su ciclo, pero la savia nueva introducida por Declan Kidney está demostrando una calidad importante y espero que los irlandeses den buena cuenta de Rusia e Italia y se clasifiquen como primeros de grupo. En cuartos de final esperaría, en teoría, Gales, aunque aún queda mucha primera fase y no conviene lanzar las campanas al vuelo.
Come on Ireland!