miércoles, 23 de octubre de 2013

Bilderberg: el Poder en la sombra

En los últimos meses, medios de comunicación de todo el mundo se están haciendo eco de informaciones relacionadas con el espionaje que los EE.UU., National Security Agency (NSA) mediante, están sometiendo a millones de ciudadanos de todo el planeta.

No es algo nuevo. Todos sabíamos que estas prácticas existían, aunque algunos ingenuos (o malintencionados) seguían defendiendo que dicha creencia era producto de la imaginación de conspiranoicos sin remedio. Ahora, Julian Assange (Wikileaks), Edward Snowden y compañía han puesto las pruebas sobre la mesa.

Dicen que millones de llamadas telefónicas, mensajes en las redes sociales y correos electrónicos son rastreados por los servicios de espionaje norteamericanos. Dicen que tienen unos sistemas que detectan cualquier comunicación sospechosa. Dicen que hay determinadas palabras clave que hacen saltar las alarmas, da igual de donde provengan. Desde Jefes de Estado, militares, empresarios... hasta ciudadanos anónimos estamos expuestos a dicho seguimiento.

Si todo esto es cierto, algo que no dudo, en cuanto publique este artículo en algún lugar de los EE.UU. tendrán constancia de que desde la IP tal, ubicada en Sevilla, España, y a saber qué datos personales más poseerán, alguien está compartiendo una información suscepctible de ser registrada por su contenido inadecuado.

Algunos de vosotros estaréis pensando que una simple referencia a Assange, Wikileaks o Snowden no es suficiente para que este escrito sea sospechoso. Pues bien, voy a ponerle remedio: terrorismo, bomba, Bin Laden, Al Qaeda, 11-S, Torres Gemelas, Comisión Trilateral, comunismo, Club Bilderberg, Rockefeller, JFK, armamento nuclear, filtraciones, espionaje, FBI, Richard Perle, Goldman Sachs, Fondo Monetario Internacional, Paul Wolfowitz, misiles, Zbigniew Brzezinsky, Standard Oil... Creo que con esto será suficiente.
El libro que estoy leyendo ahora tiene como protagonistas a algunos de los nombres citados. Descubrí este ensayo por causalidad hace unos días, en la Biblioteca Provincial Infanta Elena. Su autora, la periodista Cristina Martín Jiménez, expresa al comienzo de la obra sus dudas acerca de la conveniencia de escribir un libro como El Club Bilderberg. Los amos del mundo (Arcopress, 2005 / Absalon, 2010), pero al final no sólo decidió abordar el tema con claridad sino que he descubierto que ayer mismo (no creo en las casualidades) publicó un nuevo libro sobre este tema, titulado Perdidos. Los planes secretos del Club Bilderberg (Martínez Roca, 2013).
La lectura del primer libro de Cristina, que por cierto fue el primero dedicado en exclusiva al Club Bilderberg, me está resultando muy interesante e instructiva, al mismo tiempo que indignante por los tejemanejes que unos cuanto llevan a cabo y que nos afectan a todos. No es agradable comprobar que el 1 % de la humanidad determina la vida del 99 % restante, pero así es. La red del Poder es tan tupida que, a día de hoy, cualquier intento por atravesarla o destruirla es inútil.

He leído varios libros sobre los poderes que nos gobiernan en la sombra, de autores como Daniel Estulin o Bruno Cardeñosa, pero lo cierto es que el de Cristina Martín me está gustando especialmente. Está bien documentado y escrito de una forma amena y directa. No se pierde en rodeos, va al grano y aborda el tema con claridad, haciendo un recorrido por la historia del Club Bilderberg, la Comisión Trilateral y otros órganos de Poder superior al Poder oficial. Los amos del mundo hacen y deshacen a su antojo desde, al menos, el fin de semana del 29 al 31 de mayo de 1954, fecha de la primera reunión del Club celebrada en el hotel Bilderberg de Oosterbeek (Holanda). Allí sentaron las bases del futuro de la humanidad. Puede sonar exagerado, incluso descabellado, pero los datos están ahí.

En los últimos meses ha aumentado de forma exponencial mi interés por, tal vez, el clan más poderoso del planeta: el clan Rockefeller. En concreto, la figura de David Rockefeller, su actual líder, se me antoja fundamental para entender el desarrollo de la economía y la política mundial desde, al menos, el final de la II Guerra Mundial.

David, próximo a cumplir 100 años (nació el 12 de junio de 1915), continúa al pie del cañón y tomando decisiones que, sin nosotros saberlo, condicionan nuestro presente y condicionarán aún más nuestro futuro. Insisto, no es una paranoia propia de conspiranoicos, es una realidad. No tenemos más que tirar de hemeroteca para desempolvar un par de frases del propio David Rockefeller que no tienen desperdicio ni dejan lugar a la duda sobre sus intenciones:

- Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial.
- De lo que se trata es de sustituir la soberanía popular por la soberanía de una élite de técnicos y de financieros mundiales.

Esto es tan sólo una pequeña pincelada, un hilo de donde tirar para ir encajando las piezas de un enorme rompecabezas que nos muestra una terrible realidad, en la que no somos más que actores secundarios en un teatro de función continua, inventado y manejado por individuos que no suelen aparecer en los medios de comunicación pero que tienen más Poder que cualquier político de los que tenemos hasta en la sopa.

Y es que hasta un Presidente de los Estados Unidos, con un absurdo Premio Nobel de la Paz incluido, no es más que un pelele en manos de quienes deciden qué va a ocurrir en cada momento a nivel económico y político. 

Las decisiones que se toman en las reuniones del Club Bilderberg se ponen en marcha cuado ellos determinan. Por poner un ejemplo, es más que probable que la crisis global que estamos sufriendo en los últimos años haya salido de alguna de las reuniones de Bilderberg. Al fin y al cabo, parece que David Rockefeller está cumpliendo punto por punto su hoja de ruta, resumida en las dos frases antes citadas. No es de extrañar, por tanto, que la situación no tenga visos de mejorar.

Seguiré investigando sobre este tema, en la medida de mis posibilidades. Jamás entenderé que una especie presuntamente inteligente se comporte de esta manera. Tal vez debamos empezar a plantearnos si queremos formar parte de este circo o buscamos una alternativa. ¿Quién se apunta?

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