El mes de octubre se presenta complicado para escribir en el blog. Tengo muchos turnos de trabajo, pocos días de descanso y después de ocho horas delante de un ordenador, tantos días seguidos, son pocas las ganas que me quedan de ponerme en casa delante del mío para escribir.
Esto no quiere decir que no esté escribiendo. Siempre lo hago. En estos casos, escribo en papel y lo guardo para más adelante. Las ganas nunca me faltan, pero estoy de pantallitas hasta arriba y prefiero coger bolígrafo y papel y poner en práctica la escritura de toda la vida. No obstante, volveré por aquí siempre que pueda; no voy a dejar de lado mi blog, seguiré redactando reseñas y compartiendo todo aquello que me apetezca.
La situación es la que es y la afronto con optimismo. Confío que en no demasiado tiempo pueda disponer de algo más de tiempo para mis cosas, al fin y al cabo eso es lo que queremos todos, ¿no es cierto? El trabajo es algo que el que lo tiene lo aborrece (a menos que trabaje en algo que le gusta, casi una utopía hoy en día) y el que no (hoy en día demasiados, por desgracia) suspira por tener algo que aborrecer.
En mi caso lo llevo bien, busco los huecos precisos para la necesaria desintoxicación, y eso no va a cambiar se pongan algunos como se pongan. Seguiré haciendo lo que me gusta porque me da la gana y punto. No dejéis nunca que nada ni nadie os borre la sonrisa.
Noviembre será diferente, estoy seguro de ello. En principio tengo vacaciones, por fin, así que dispondré de más tiempo libre. A pesar de todo, algunos dicen que no podemos quejarnos, que somos unos privilegiados. ¿Estáis de acuerdo? Yo no, por supuesto, pero no porque sea de los que tienen trabajo, sino porque con esa excusa los empresarios están haciendo y deshaciendo (al menos, lo intentan) a su antojo. Hemos retrocedido treinta años en muchos aspectos y digo yo que algún día habrá que poner pie en pared, ¿no?
No le deseo mal a nadie (o sí, a algunos sí, para qué engañarnos), pero ojalá que si dios existe, cosa que dudo, algún día se despierte de la enorme siesta que está echando y ponga orden por aquí. Está claro que los seres humanos, por nosotros mismos, no somos capaces de hacerlo. Y así nos va.
Pero insisto, no dejéis jamás de sonreír...
1 comentario:
Ha hablao lavangelio!
Y yo tampoco estoy de acuerdo con el rollo de que los que en estos tiempos tenemos trabajo seamos unos afortunados. Nos manejan, nos convencen, nos dicen que no hay alternativa, pero aunque intento no pensarlo mucho (tampoco lo olvido) mis condiciones laborales han empeorado significativamente desde que empezó todo este embolado al que le pusieron la etiqueta "Crisis".
A sonreír.
Publicar un comentario