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Los Reyes del Grial Margarita Torres Sevilla y José Miguel Ortega del Río (2014) Editorial Reino de Cordelia |
En marzo saltó la noticia: el auténtico Santo Grial está en León. El titular, cargado del sensacionalismo habitual en estos casos, podría haber pasado como uno más entre muchos. No en vano, cada cierto tiempo aparece una noticia de impacto sobre un espléndido descubrimiento que, casi siempre, termina por demostrarse como un equívoco o un fraude.
Aquella historia, no obstante, parecía distinta a las demás. Llegaba de la mano de Margarita Torres Sevilla, Doctora en Historia Medieval y profesora en la Universidad de León; y José Miguel Ortega del Río, Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Valladolid. Ambos publicaron la pasada primavera el libro que traigo hoy a mi blog: Los Reyes del Grial (editorial Reino de Cordelia).
El libro de Torres y Ortega no es un libro más sobre el Grial. Como suele ocurrir con este tipo de investigaciones históricas, todo comenzó con un hallazgo afortunado. Pero vayamos por partes...
El arabista Doctor Gustavo Turienzo Veiga localizó, primero en la Biblioteca Nacional de Egipto (2006) y después en la Biblioteca Al-Azhar de El Cairo (2010), unos pergaminos en los que se hace referencia al Cáliz de la Última Cena. Gracias a la traducción de los textos y a la investigación posterior efectuada por Margarita Torres y José Miguel Ortega, basada en fuentes documentales escritas tanto cristianas como islámicas, podemos conocer el fascinante periplo del Cáliz a través de la Historia.
Según las fuentes cristianas la Copa permaneció en Jerusalén, en concreto en el complejo del Santo Sepulcro, al menos hasta el siglo IX. Las islámicas hacen referencia al periodo convulso que se vivió en Tierra Santa en los siglos X y XI y lo cerca que estuvo de perderse la reliquia para siempre.
Los documentos localizados por Turienzo Veiga han completado el puzzle, 10 siglos después:
La Copa fue regalada por el califa fatimí de Egipto Al-Mustansir a la taifa de Denia (en Alicante), en agradecimiento por su apoyo durante la gran hambruna que asoló Egipto en el año 1054. El sultán de Denia Ali Iqbal al-Dawla, a su vez, la envió al rey de León Fernando I para reforzar la paz. De este modo, la Copa se encuentra desde el siglo XI en la capital leonesa.
En algún momento tras la consagración de la Basílica de San Isidoro, fechada en el año 1063, el Cáliz llegó al templo isidoriano, custodiándose en él hasta nuestros días siendo conocido como el Cáliz de doña Urraca, hija de Fernando I.
Otros documentos apoyan la tesis del Grial leonés, como aquellos que afirman que fue arrancada de la Copa una esquirla por sus supuestos poderes curativos. Ni que decir tiene que coincide con una esquirla que le falta al cáliz de doña Urraca...
Torres y Ortega hacen un repaso también a las pinturas del Panteón de la Basílica de San Isidoro, en las que puede contemplarse el Grial en manos de José de Arimatea (escena de la Crucifición) y también en manos de un curioso personaje llamado Marcialis Pincerna, también conocido como Marcial el Copero (escena de la Última Cena).
La obra se completa con un repaso a algunos de los otros griales (hay más de 200), un estudio de los textos musulmanes que propiciaron la investigación, más de 350 notas y una extensa bibliografía.
Al contrario de lo que suele ocurrir en este tipo de ensayos, Los Reyes del Grial es un libro ameno, con profusión de datos, bien documentado y muy didáctico.
A buen seguro se llevarán a cabo nuevas investigaciones sobre este tema. No obstante, los argumentos presentados por los historiadores españoles se apoyan en una sólida documentación, difícil de rebatir.
Hay quienes defienden que el Grial es mucho más que un cáliz o una copa. Sin entrar a valorar las indudables implicaciones religiosas que tiene el tema, la apasionante investigación de Margarita Torres y José Miguel Ortega puede cambiar la historia, si no lo ha hecho ya, de una búsqueda histórica milenaria.