miércoles, 21 de agosto de 2019

De Bergkamp a Ryanair: viejos y nuevos textos

El pasado miércoles, 31 de julio, unos minutos antes del mediodía, el vuelo de Ryanair FR4371 despegaba del aeropuerto de San Pablo, en Sevilla, rumbo a Manchester. De esta forma dio comienzo mi cuarta visita a Inglaterra desde que mi hermano se fue a trabajar allí, hace ocho años.

Son muchas las anécdotas e historias vividas en tierras inglesas. Algunas las publiqué hace varios años en mi blog y otras quedaron en el tintero. Disfruté mucho escribiendo Un día en Beverley, el Diario de ruta por los pubs de Kingston upon Hull (que tendrá su continuación) o sobre una maravillosa librería de York, The Minster Gate Bookshop. Y para qué negarlo, sufrí escribiendo sobre el bombardeo que padeció Hull en 1941. También escribí varios artículos sobre la Capilla de Rosslyn escocesa.
En esta ocasión, además de dar continuidad al diario de ruta por los pubs de Hull (con algunas sorpresas), quiero escribir sobre otros lugares que he visitado en mis últimos viajes al Reino Unido: Edimburgo, Robin Hood´s Bay, Whitby, Lincoln, Liverpool, Chester, Scarborough, Selby,... Sé que no voy a poder abarcarlo todo, pero haré lo que pueda.

En los próximos días espero tener listo el primer artículo de las nuevas Crónicas de la Gran Bretaña. Pero antes de todo eso, y para cerrar esta entrada, recupero un pequeño texto que redacté allá por 2012, el 17 de marzo concretamente. Lo escribí a bordo del avión de Ryanair que me llevaba al aeropuerto de Gatwick, en Londres. Lo transcribí de mi diario de viaje pero quedó en la carpeta de borradores y nunca lo publiqué. Es un relato muy cortito acerca de la controvertida aerolínea irlandesa y mi experiencia con ella hasta ese momento. He de decir que mi opinión, a día de hoy y con varios vuelos más a mis espaldas, sigue siendo la misma.


Sábado, 17 de marzo de 2012. 13:50 horas.
Vuelo de Ryanair FR5252. Sevilla, aeropuerto de San Pablo - Londres, aeropuerto de Gatwick

Acaba de despegar el vuelo FR5252 de Ryanair que me llevará a Londres. El despegue ha ido mejor de lo que esperaba y estoy tranquilo. Creo que jamás me acostumbraré a volar, pero tengo que reconocer que plantarse en Londres en poco más de dos horas es una pasada.

No, no me gusta volar. No es algo insoportable, de lo contrario no me montaría en un avión, pero no me resulta una sensación agradable. Y esta vez, como siempre que visito un aeropuerto, también me he acordado del holandés Dennis Bergkamp. Cosas de mi afición por el fútbol.
Cuentan que todo empezó en 1989, cuando varios de sus amigos, jóvenes futbolistas holandeses de origen surinamés, murieron en un accidente de Surinam Airways. Dennis tenía 20 años y por suerte para él no viajaba en ese avión, pero aquello le marcó.

Años más tarde, una experiencia en primera persona despertó definitivamente la aerofobia del jugador. En junio de 1994, un avión de la compañía KLM llevaba a la selección holandesa al Mundial de Estados Unidos. Para empezar, el viaje se retrasó porque en el aeropuerto se recibió una amenaza de bomba. No obstante, lo peor llegaría después. Durante el vuelo, el avión entró en una bolsa de aire que provocó la caída libre del aparato durante varios segundos. El piloto logró estabilizar la aeronave y nadie resultó herido, pero estoy seguro de que el recuerdo del accidente que costó la vida a sus amigos estuvo muy presente en aquellos momentos para un Dennis Bergkamp que juró no volver a subir jamás a un avión.

Imaginad qué suponía aquello para un futbolista profesional, obligado a viajar cada dos por tres. Aun así, el jugador holandés había sido una de las grandes estrellas del Mundial de Estados Unidos y en junio de 1995 fichó por el Arsenal londinense, procedente del Inter de Milán. Para estampar su firma con los gunners exigió incluir una cláusula en el contrato que le eximía de viajar en avión junto a sus compañeros. Una vez, Dennis llegó a viajar desde Londres a Barcelona por tierra. Tardó ocho horas y media, mientras que el resto de la plantilla viajó en un vuelo privado en menos de dos horas. A día de hoy, por lo que he leído por ahí y pese a haberse sometido a varios tratamientos para intentar superar su aerofobia, Bergkamp continúa negándose a viajar en avión.
¿Y a qué venía todo esto? Ah, sí. A que no me gusta volar, pero sin llegar al extremo del mediapunta holandés. El vuelo sigue su curso; hemos sufrido las habituales turbulencias al atravesar las nubes, pero bien. Me acompaña la música de Loreena McKennitt y la lectura de Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza, un libro que tenía muchas ganas de leer y que ya con sus primeras páginas me ha hecho reír y olvidar (o casi) que voy metido en un pájaro de metal a 10.000 metros de altura o como diría un entendido, a 33.000 pies.

Voy a intentar describir el estado en el que me encuentro: sentado en sexta fila, junto al pasillo, he tenido la suerte de que nadie ha ocupado el asiento que está a mi lado, por lo que me he librado del efecto sardina en lata tan frecuente en estos viajes. En el asiento de ventanilla hay una chica que se llama Alicia cuyo destino es Aberdeen, Escocia, vía Londres. Hemos estado un rato hablando y hemos quedado en coger juntos el Gatwick Express a King´s Cross; ella va a pasar la noche en Londres y yo continuaré mi viaje en tren hasta Hull.

Me encuentro en un estado cercano a la hiperactividad. Escribo, escucho música y a ratos leo a Mendoza. Creo que lo tengo todo controlado, al menos todo lo controlado que se puede tener algo aquí arriba, que no es demasiado. Tengo muchas ganas de llegar al aeropuerto, coger el Gatwick Express y tomar una pinta con mi amigo Paco y su mujer, Giulia, en algún pub cercano a la estación de King´s Cross, antes de subir al tren que me llevará a Hull. Por cierto, Happy Saint Patrick´s Day!

Retomo mi estado de ánimo: voy en avión y estoy tranquilo, que ya es mucho. Ayuda el estar de vacaciones y pensar que tengo once días por delante en tierras británicas. No me puedo quejar.
Lo de Ryanair es para estudiarlo. Hay gente que critica mucho a esta aerolínea irlandesa pero, ¿quién te lleva y te trae de Londres por 50 euros, que es lo que me han costado a mí los billetes de ida y vuelta? Me parece un servicio más que digno, con sus lógicas limitaciones. 

Eso sí, Ryanair solo se parece al resto de aerolíneas en el despegue y el aterrizaje. El vuelo es para grabarlo. Nada más despegar, en cuanto se apaga el indicador de cinturones abrochados, comienza el espectáculo: comida fría, comida caliente, bebidas, perfumes, cigarrillos sin humo, lotería... Los azafatos y azafatas se afanan por vender todo lo que pueden y es lógico que busquen ingresos debajo de las piedras, de otro modo sería inviable la política de precios que mantienen. A algunos puede molestarle tal despliegue, pero a mí me resulta de lo más entretenido.

Ya he volado varias veces con Ryanair y mi experiencia personal, hasta el momento, no ha sido mala.


Escribí el texto anterior hace más de siete años. Siete. Cómo pasa el tiempo...

viernes, 16 de agosto de 2019

Época de contrastes y nuevas 'Crónicas de la Gran Bretaña'

El verano es una época de contrastes. Para algunos, todo parece ir más despacio y el ritmo vertiginoso de la vida en la ciudad echa el freno. Para quienes disfrutan de sus vacaciones, sin embargo, todo pasa demasiado rápido. En mi caso, este verano está siendo diferente al de años anteriores. Ya comenté en un artículo anterior que me encontraba inmerso en un tiempo de cambios y la época estival está acentuando esa sensación. Septiembre se acerca y con él proyectos interesantes, algunos ya planteados y otros que espero que vayan saliendo y poderlos comentar aquí.
Entre los últimos días de junio y la primera quincena de julio compartí las últimas secciones literarias de La Linterna de Utrera y el programa 02x46 de Días EXtraños, pero olvidé hacer lo propio con mi primera colaboración con Xataka: Anna Starobinets: el universo particular de ciencia ficción y terror de una de las escritoras más originales del momento.
En dicho artículo hago un repaso a lo más destacado de la trayectoria literaria de Starobinets, centrándome en los libros que le han publicado hasta ahora en nuestro idioma, tanto novelas como relatos de fantasía, terror y ciencia ficción para adultos. Ya habrá tiempo de comentar su faceta de escritora de literatura infantil y juvenil; en este sentido, he pasado unos días en el Reino Unido y he tenido la oportunidad de hacerme con un libro que aún no ha sido publicado en España: Catlantis. Estoy seguro de que pronto podremos disfrutar por aquí tanto de ese título como de su serie Beastly Crimes Books.
Respecto a mi última visita a Inglaterra, la cuarta, me he traído como siempre un buen puñado de anécdotas e historias que me gustaría compartir. Es mi intención publicar en las próximas semanas varios artículos en los que reflejaré mis nuevas Crónicas de la Gran Bretaña, continuación de las que escribí con motivo de viajes anteriores a aquellas tierras y que podéis leer aquí.