El poema de hoy o mejor dicho, la lectura del poema de hoy, tiene su historia. Por motivos personales que no vienen al caso, en los últimos años he viajado bastante en tren, en una línea de media distancia en la que apenas suele haber pasajeros. A veces, incluso, soy el único ocupante del vagón de turno, por lo que el viaje, de algo más de hora y media, supone un remanso de paz y una desconexión absoluta respecto al ruido de la ciudad, cada vez menos soportable para mí.
Cuando leí este poema de José Corredor-Matheos me encontraba en dicho tren. A través de la ventana contemplaba el paisaje de la sierra y los últimos rayos de sol comenzaban a ocultarse por el oeste. Siempre que esto ocurría solía pensar en ese mundo nocturno, esa otra vida de la que nada sabemos, alegoría de tantas cosas... Justo entonces leí el poema y en ese momento no pensé ni en el paisaje, ni en los moribundos rayos de sol, ni en nada de lo que tenía delante de mis ojos, sino en la vida oculta tras las sombras y el significado profundo de todo aquello. Supongo que esa es la magia de un poema bien escrito.
Cuando leí este poema de José Corredor-Matheos me encontraba en dicho tren. A través de la ventana contemplaba el paisaje de la sierra y los últimos rayos de sol comenzaban a ocultarse por el oeste. Siempre que esto ocurría solía pensar en ese mundo nocturno, esa otra vida de la que nada sabemos, alegoría de tantas cosas... Justo entonces leí el poema y en ese momento no pensé ni en el paisaje, ni en los moribundos rayos de sol, ni en nada de lo que tenía delante de mis ojos, sino en la vida oculta tras las sombras y el significado profundo de todo aquello. Supongo que esa es la magia de un poema bien escrito.
Desde el tren:
Sin ruido (pág. 93)
José Corredor-Matheos (Tusquets, 2013)