sábado, 2 de mayo de 2020

Poesía (des)confinada (X)

Estamos en la Fase 0. Dicho así, parece el título de una película de ciencia ficción, pero lo cierto es que estamos viviendo lo más parecido a una de esas distopías que tanto me han gustado siempre. Mi yo apocalíptico (siempre he sido un poco apocaliptifílico. Lo sé, no existe esa palabra) sonreiría para sus adentros de no ser por el dolor y la muerte que ese maldito bicho está provocando. Lo que salga de todo esto está por ver, pero hay una verdad irrebatible: llevo encerrado en casa más de mes y medio.

No lo voy a negar: lo he llevado mucho mejor de lo que esperaba y no sé si eso debe preocuparme. En todo este tiempo he echado de menos algunas cosas, sí, pero también he sido consciente de lo superfluo. He extrañado a familia y amigos, aunque la tecnología nos ha permitido reunirnos en el salón y tomarnos una cerveza o charlar como si estuviéramos juntos. He añorado mis paseos escuchando podcasts y sentarme en algún parque o cafetería a leer o escribir. He deseado perderme entre libros en alguna buena librería o biblioteca. Al mismo tiempo, me he dado cuenta de lo importante de centrarnos en el grano y no en la paja que nos rodea.

En estas semanas me han llamado la atención algunas cosas; todas están almacenadas en el disco duro de mi cerebro y espero darles salida en algún momento, antes de que mi memoria de pez las formatee para siempre. No he sido capaz de escribir apenas en todo este tiempo, aunque una amiga salió en mi rescate y aunque no lo creáis existe una explicación racional, lógica y científica para ese bloqueo que algunos hemos experimentado.

Retomo la frase inicial. Estamos en la Fase 0. A partir de hoy, con moderación, responsabilidad y siguiendo unas normas establecidas, podremos salir a la calle a pasear, hacer deporte y poco más. Algo es algo. El caso es que nos conocemos, así que por favor: mucho cuidado.

Dejemos que José Corredor-Matheos nos advierta de qué puede pasar si volvemos a hacer mal las cosas. Y no me refiero solo a la crisis sanitaria, sino también a todo lo que nos espera. De esto podemos salir fortalecidos o no. Podemos aprender y avanzar o volver a la oscuridad. De nosotros depende.

Cierro esta serie de poemas de Sin ruido, que tanta compañía me ha hecho en estas semanas, coincidiendo con el principio del fin del desconfinamiento. Es posible, no obstante, que retome más adelante la Poesía (des)confinada, espero que ya sin paréntesis. De momento, leamos a José Corredor-Matheos y no repitamos la historia, por favor.

Poco antes que Pompeya:


Sin ruido (pág. 113) 
José Corredor-Matheos (Tusquets, 2013)